El tabaquismo es una enfermedad crónica, adictiva y recidivante. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el consumo de tabaco como un trastorno o una enfermedad. Esto se debe a la dependencia física que puede producir en las personas la nicotina de los cigarrillos.

El tabaco mata a más de la mitad de las personas que lo consumen, según la OMS. Cada año, más de ocho millones de personas fallecen en el mundo a causa del tabaco. Más de siete millones de las defunciones se deben al consumo directo de tabaco y alrededor de 1,2 millones son consecuencia de la exposición de no fumadores al humo ajeno.

¿Por qué no debo fumar?

El tabaco perjudica seriamente la salud. Un cigarrillo contiene cerca de 4.000 sustancias tóxicas, como monóxido de carbono, acetona, naftalina, disolventes, cianuro y alquitrán, incluso algún elemento radiactivo como el Polonio-210.

El 90% del tabaco se consume en forma de cigarrillos, pero existen muchas otras formas de consumir tabaco igual de perjudiciales para la salud: puros, pipas, tabaco de liar, pipas de agua, tabaco de mascar…

Además de cáncer, enfermedades del corazón y enfermedades pulmonares, el tabaco causa pérdida de apetito, olfato y gusto. Causa problemas bucales, pone las uñas amarillas, arruga la piel y puede acelerar la caída del cabello. En mujeres, provoca mala circulación, menopausia precoz, problemas con el embarazo y el parto, además de cáncer de cuello de útero. En hombres, se asocia con problemas de infertilidad y disfunción eréctil. Perjudica al sistema inmunitario y a los pacientes con colesterol o diabetes, entre otros.

Por qué el tabaco es adictivo

El tabaco contiene nicotina, la droga más adictiva conocida. Su poder adictivo es cinco veces mayor que la cocaína, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Esto se debe a la rapidez con la que actúa sobre el organismo, mayor incluso que sustancias inyectables en sangre.

Tras una calada, la nicotina llega al cerebro en siete segundos. Allí se une a las células nerviosas en los receptores y esto libera dopamina, responsable de la sensación placentera. Cuanta más nicotina llega al cerebro, más receptores se producen, por eso el fumador cada vez necesita mayor dosis de nicotina. Cuando no llega nicotina al cerebro se produce el síndrome de abstinencia.

El tabaquismo y el corazón

Fumar es uno de los factores de riesgo más importantes para las enfermedades cardiovasculares. Los fumadores tienen el doble de riesgo de padecer enfermedades del corazón, como la agina de pecho o el infarto de miocardio, y cuatro veces más riesgo de morir por causa de estas.

El monóxido de carbono estrecha los vasos sanguíneos y facilita la formación de placas de grasa y coágulos en su interior. Todo ello provoca que la sangre circule con dificultad. Además, el monóxido de carbono impide que la sangre transporte oxígeno, fundamental para que los órganos funcionen.

Tabaco y pulmón

El tabaco es causa directa, o al menos un factor agravante, en las enfermedades respiratorias más frecuentes. Entre ellas se encuentra la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), el asma y exacerbaciones del asma, la tuberculosis o la apnea del sueño.

Cáncer por tabaco

El tabaco es la causa del 30% de los tumores malignos. Algunos de ellos están directamente producidos por esta sustancia (pulmón, laringe, esófago, boca) y en otros es un factor asociado (estómago, páncreas, riñón, vejiga, hígado, colon, mama, cuello de útero…).

De todos ellos, el más relacionado con el tabaco es el cáncer de pulmón. Según la European Lung Foundation (ELF), el tabaco es el causante del cáncer de pulmón en más del 80% de los casos. Además, los fumadores tienen 15 veces más riesgo de padecer cáncer de pulmón que los no fumadores y este riesgo depende del consumo acumulado a lo largo de la vida, tanto en número de cigarrillos como en años, según SEPAR.

Cómo dejar de fumar

SEPAR califica dejar de fumar como la “decisión más saludable” que cualquier fumador puede tomar en la vida. Para dejarlo, este debe estar suficiente motivado, pero también es importante que los profesionales médicos realicen un diagnóstico correcto y ofrezcan un tratamiento adecuado.

Sólo el 5% delos fumadores consigue dejar de fumar por su cuenta. Pero cuando el intento se realiza en condiciones óptimas, puede llegarse a tasas de hasta el 60%.

El equipo del Instituto de Neumología Neumoteknon está especializado y es un referente en enfermedades pulmonares. Entre las consultas más frecuentes está la de deshabituación tabáquica. El neumólogo es el profesional médico indicado para diagnosticar y tratar los problemas relacionados con la tos aguda y crónica, la dificultad para respirar, la EPOC, el asma, la tuberculosis o la apnea del sueño asociadas al consumo de tabaco.

Fármacos para dejar de fumar

Actualmente existen productos sustitutos de la nicotina, como los parches, las gomas de mascar, inhaladores, espráis nasales, enjuagues bucales o espráis orales como ayuda para dejar de fumar. Además, los profesionales médicos también pueden prescribir medicamentos. El más conocido y utilizado actualmente es la vareniclina, que se comercializa bajo el nombre comercial de Champix, con el que se obtienen buenos resultados en relación al abandono del tabaquismo.

La mayoría de los profesionales coinciden en que estos productos pueden funcionar combinados con apoyo psicológico para ayudar a los fumadores a abandonar su conducta adictiva.

Dejar de fumar tiene beneficios

Los beneficios de abandonar el tabaco empiezan a notarse a los 20 minutos, según los expertos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).

  • A los 20 minutos la presión arterial y el pulso se normalizan.
  • A las 8 horas el nivel de monóxido de carbono en la sangre disminuye.
  • A las 24 horas disminuye el riesgo de un evento cardíaco.
  • A las 48 horas se regeneran los sentidos del olfato y del gusto.
  • De dos semanas a tres meses se mejora la circulación.
  • De uno a nueve meses disminuye la tos y la fatiga.
  • Al año, el riesgo de cardiopatía coronaria es la mitad en comparación con alguien que aún no consume tabaco.
  • A los cinco años, el riesgo de padecer cáncer de boca, garganta, esófago y vejiga disminuye a la mitad.
  • A los 10 años, el riesgo de fallecer por cáncer de pulmón disminuye a la mitad.

Un beneficio muy importante y poco nombrado es dejar de ser dependiente a la nicotina, que produce una elevada dependencia física. Dejar de fumar es empezar a vivir en libertad.

Fuentes de información